Héctor Alfonso Morales
Nos quejamos de que juegan mal. Vamos al estadio Azteca para abuchearlos porque apenas pueden ganarle a Trinidad y Tobago por un raquítico gol. Los salvadoreños se burlan de la playera verde; a los estadounidenses se les ve para arriba. México es cuarto lugar en el Hexagonal Final de la eliminatoria mundialista, con el riesgo de faltar a Sudáfrica 2010. ¿Qué le pasa a la Selección Mexicana de Futbol, otrora, El Gigante de la CONCACAF?
El Tri, combinado 26 del mundo, según la clasificación mundial de la FIFA, cayó en la cancha de El Salvador y Honduras, que ocupan los lugares 100 y 35, respectivamente. Sufrió para ganarle, como local, a la 72 como lo son los trinitarios. Estos resultados son un fiel reflejo de la realidad del balompié mexicano.
Se fue Hugo Sánchez, por no llevar a la Selección sub-23 a los Juegos Olímpicos de Beijing. Llegó Eriksson, 13 partidos y lo echaron; el medio futbolístico le achacó al sueco su desconocimiento de la idiosincrasia del futbolista mexicano e, incluso, problemas con el idioma, que según el medio del balompié nacional, le impedía comunicar sus ideas a los jugadores. Ahora se cuestiona a Javier Aguirre, bombero que llevo, de milagro, a México al Mundial de 2002, por no poder levantar la cara del combinado tricolor; podría venir el mismísimo Johan Cruyff y, seguro, sucedería lo mismo.
Y es que el problema de la Selección Mexicana no es de nombres, sino de la carencia de un proyecto de desarrollo de nuestro futbol a mediano y largo plazo, que tenga como plataforma el impulso del talento de futbolistas nacionales y su respectivo fogueo, con duelos ante potencias europeas.
Es cierto que la llamada Generación Dorada, el conjunto nacional sub-17, ganó una Copa del Mundo, en Perú 2005. Este equipo hizo creer a más de uno que sería un parteaguas en la historia nuestro futbol. Decepcionaron. Sus jugadores no han podido consolidarse como futbolistas de Primera División, y, en caso de Carlos Vela o Giovanni Dos Santos que están en Europa, son pocos los minutos de acción que ven en sus respectivos clubes. Incluso en el caso de Gio, afirmó la prensa inglesa, su mejor actuación en Europa ha sido salir borracho en una fiesta de fin de año del equipo al que pertenece su carta, el Tottenham Hotspur.
Si a una generación devaluada le sumamos la carencia del impulso a jugadores jóvenes por parte de los clubes, la posibilidad reglamentaria de que cada equipo mexicano juegue hasta con cinco jugadores extranjero en el torneo local (dicho sin xenofobia), siempre en posiciones clave, mediocampistas creativos y delanteros, principalmente, es decir, se inhibe el desarrollo del talento de jugadores mexicanos, la posición de México en el Hexagonal Final tiene su razón de ser en este argumento.
No obstante, está lejos de ser el único problema. La Federación Mexicana de Futbol (FEMEXFUT) se ha dedicado a programas partidos amistosos intrascendentes en Estados Unidos, sólo para obtener los dólares que los paisanos del otro lado de la frontera norte de nuestro país pagan por ver al Tri. ¿De qué le sirve a la Selección, estimado aficionado, jugar contra el tercer equipo de Suecia? La respuesta está en los billetes verdes y en el auspicio que las televisoras le dan a este tipo de encuentros.
Televisa y Televisión Azteca tienen en el Tri un gran negocio. Transmisiones saturadas de anunciantes. Celulares, refrescos, cervezas…todo lo que se pueda vender en 90 minutos (más la previa, el mediotiempo y el resumen) aparecen en la pantalla de televisión. El dinero ya está por encima de cualquier buen resultado. De todos modos, el estar instalados en la peor zona futbolística con tres boletos y medio al Mundial casi garantiza que México esté en la máxima justa del balompié.
Hoy, sin embargo, el pase está en riesgo y la preocupación de la FEMEXFUT, los medios de comunicación y patrocinadores para nada se oculta. La Selección, si terminara en este momento la eliminatoria, jugaría un complicadísimo repechaje ante Ecuador por el pase a Sudáfrica. Y si llegase a quedar fuera de la Copa del Mundo se perdería una incalculable cantidad de dinero de todos los involucrados económicamente con la Selección.
Con cinco partidos restantes, tres de ellos en el Azteca, la eliminación parece improbable. Si México consigue nueve puntos, llegaría a 15. Ningún equipo de la CONCACAF ha quedado fuera de un Mundial con ese puntaje. A los verdes les bastaría con ganar los encuentros restantes como local para viajar al Mundial el año entrante.
¿De qué le serviría a la Selección calificar si va a arrastrar el prestigio por las tierrras africanas, donde se topará a España, Brasil, Italia, Alemania, Argentina y Holanda? El nivel futbolístico mostrado, hasta ahora, por el combinado tricolor les daría, por mucho, la posibilidad de jugar la primera ronda y hasta ahí. Aunque daría lo mismo, el negocio ya estaría hecho para los que lucran con la playera tricolor cuando salta al terreno de juego.
Así, lo que México necesita es una sacudida. Un sismo devastador que abra los ojos de directivos, dueños de equipos, entrenadores, futbolistas, patrocinadores y afición. Y ese terremoto sería no asistir a la Copa del Mundo. Sólo así se podría dar un golpe de timón, costoso, doloroso y triste, pero se cambiaría el rumbo de fondo y no de nombre. Entrenadores y jugadores podrán ir y venir, sin éxito alguno. Las cosas continuarán sin mejoría.
Por eso, resulta necesario cambiar los reglamentos para darle mayor peso al talento nacional, en vez de suplirlo con elementos foráneos, hacer que la Selección juegue de visitante, en Europa y Sudamérica, y no siempre bajo el cobijo de su afición en el Azteca y Estados Unidos. De esta manera, el Tri realmente crecerá y podrá competir contra los mejores…
¿Qué piensa estimado aficionado? ¿Ir siempre al Mundial, calificando apenas en la peor zona futbolística, para ser humillados, después, por las potencias de este deporte; con las arcas de la FEMEXFUT, medios de comunicación y patrocinadores llenas, tristeza en la afición? ¿O faltar a una justa que cambie el rumbo de las cosas, se establezca un plan de desarrollo a mediano y largo plazo del balompié nacional para lograr ser competitivos, y jugarle al tú por tú a cualquiera y ganarles, a pesar de la pérdida económica pero alegría en la fanaticada mexicana?
Usted, como siempre, tiene la mejor opinión, comentemos y debatamos, este espacio es suyo. Y que ruede el balón.
lunes, 22 de junio de 2009
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